hombre tomando decisión

Redacción Vere Álvarez N 

Nuestra psicóloga Estefanía Villanueva nos acerca a la complejidad que existe en este proceso mental y la infinidad de modelos que lo explican desde el ámbito de la Psicología. La importancia de tomar decisiones en tiempos de crisis

 

En todo momento estamos decidiendo y eligiendo. Sí o no, cruzar una calle o seguir por la misma acera, comer carne o pescado, en qué restaurante y con quién…El día a día hace que tengamos que elegir, prácticamente en cada minuto de nuestra vida estamos decidiendo qué hacer, si A, B u otras posibilidades. La tecla a pulsar para redactar este artículo, por  ejemplo, o qué frase escribir. La intensidad de las mismas, que es más o menos importante, es otra variable a analizar. Lo que está claro es que la toma de decisiones está presente y puede aparecer en cualquier contexto de la vida cotidiana.

 

Elegir y decidir, primero uno y luego otro

Por ello, podemos decir que uno de los procesos más complejos en nuestra vida es la toma de decisiones, donde están implicadas diferentes estructuras cerebrales, como la corteza prefrontal y la amígdala (principal núcleo de control de las emociones básicas), integrando a su vez información sensorial, de memoria y emocional. Hay multitud de modelos que explican la toma de decisiones desde el ámbito de la psicología. Nuestra psicóloga, Estefanía Villanueva, simplifica la ecuación en dos preguntas claves: por qué necesito tomar una decisión y para qué la necesito. “En función de si la respuesta es por una razón o con razón para ello podremos decidir o elegir. Popularmente la toma de decisiones se conoce como la elección entre diferentes alternativas y la decisión por una de ellas. En nuestro día a día estamos frecuentemente realizando procesos mentales donde existen numerosas alternativas entre las cuales debemos realizar una acción y, por tanto, decidir por algo, por una razón”, expresa.

Hay que tener claro que existen diferencias y matices entre la decisión y la elección. Villanueva manifiesta que la decisión depende del entorno externo y se hace por unas razones: “Decido cambiar de trabajo porque gano más dinero, decido cambiar de pareja porque ya no estoy enamorado, etc. existe una razón para ello, explícita para ello”. Sin embargo, la elección implica realizar acciones con razones lógicas, pero no por ellas, depende de nuestros valores.: “La diferencia está en que puedo elegir amistades, puedo elegir salir a pasear independientemente del día que haga o de si se exige tener amistades o no”.

 

¿Toma de decisiones o toma de elecciones?

La complejidad que existe en este proceso mental ha llevado a muchas teorías e investigaciones. La psicóloga, en base a sus estudios y conocimientos, señala que podemos hablar de toma de elecciones en lugar de toma de decisiones “ya que elegir implica tomar una alternativa sin necesidad de tener razones de peso”. La elección sería la disposición de elegir lo que realmente me hace bien, implicaría flexibilizar nuestra forma de tomar una alternativa y lo que motiva hacerlo. Pero, ¿Cómo puedo tomar elecciones y no decisiones?

Como si de una terapia se tratase, Estefanía Villanueva explica:

“Elegir o decidir implican soltar, dejar atrás y aventurarse en una nueva oportunidad o un fracaso. Como se ha dicho anteriormente, la emoción está implicada en este proceso y la amígdala es una de las estructuras cerebrales responsable de las emociones. Entre ellas, el miedo. El miedo como aprendizaje del ser humano está condicionado por nuestra historia de vida, por tanto, todos aquellos miedos relacionados con las experiencias pasadas o por nuestro temperamento pueden hacernos frenar una toma de decisión de forma objetiva por razones de peso. Digamos que en la toma de decisiones es normal que tengamos miedo al fracaso y miedo a dejar lo conocido. Cuando nuestro miedo a aventurarnos o a salir de nuestra zona de confort superan a la razón de peso por la que debiera tomar la decisión, entonces entramos en un estado de incongruencia con lo que debo y quiero hacer y, por tanto, de malestar emocional”

Tras esto, es cuando la toma de elecciones toma su importancia. Teniendo en cuenta los factores de miedo, razones y alternativas, nos aproximamos a una toma de decisión más concreta y correcta acorde a nuestros valores: “¿Por qué a nuestros valores? Porque nuestros valores, nuestra razón de ser, es la que nos hace estar felices y tener una vida plena. Esto implica que a mayor tiempo dedicamos a lo que realmente nos hace felices y da valor a nuestra persona, mayor será nuestro bienestar emocional. Es por ello que, en toda toma de elección ha de estar presente que el motivo quizás es porque sí, ya que nuestro futuro en muchas ocasiones es incierto”.

Por tanto, llegamos a la conclusión de que en toda toma de decisión debe existir una razón de peso suficiente que motive y justifique una toma de decisión y no de elección. Dejamos este  cuestión en el aire para que reflexionéis sobre vuestra propia vida: ¿Decides o eliges tus alternativas? O lo que es lo mismo, ¿resuelves o escoges tus alternativas? ¿Resuelves ser feliz o eliges ser feliz?

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