Redacción Vere Álvarez N
Clínica Dr. Mosqueira está contigo de principio a fin, desde que llegas con dolores hasta que te marchas sin ellos. Una cercanía que da confianza y, a su vez, aleja miedos. La palabra ‘paciente’ es sustituida por ‘amigo’ en este lugar donde las personas que nos visitan encuentran su rayo de luz
Una visita a consulta, una intervención quirúrgica y vuelta a casa. La esperanza es lo último que se pierden porque lo imposible es aquello que no intentas o, por desgracia, no tiene solución. Son muchas las personas que con dolores intensos acuden al Dr. Mosqueira. Ven en él la solución que pensaban no encontrar nunca, ese aliento de esperanza que necesitan para poder vivir sin sufrimiento y así disfrutar de los momentos bonitos de cada día sin preocupaciones. Como cuando miras a tu alrededor y todo está turbio, no llegas a encontrar esa luz al final del túnel, pero que se enciende o aparece al entrar a quirófano.
De la mano hasta el final
“Estamos junto al paciente y sus familiares en todo momento, en el preoperatorio, el día de la intervención y hasta que recibe el alta”, cuenta Sonia Peña, directora y coordinadora de Clínica Dr. Mosqueira.. Cuando un paciente, al recibir un diagnóstico, necesita de una intervención quirúrgica se le explican los detalles de la misma y los beneficios de la microcirugía no invasiva. Su decisión marcará un antes y un después, será como pasar de una vida con dolores y problemas a otra sin ellos, de tener diversos obstáculos, a disfrutar de una calidad de vida plena. Todo se hace desde el corazón. Peña explica que el preoperatorio suele realizarse con unos días de antelación, aunque existen excepciones, como en muchas ocasiones, si la persona tiene alguna patología, realizándose incluso una semana antes. Se lleva a cabo un cuestionario, analítica completa, placa de tórax, un electrocardiograma, y, en estos tiempos, la respectiva prueba de Covid-19.
Una vez efectuado correctamente el preoperatorio, llega un día marcado en el calendario en verde esperanza, el día de quirófano, donde el intervenido cruzará el túnel en busca de la luz que le de felicidad. Se prepara el quirófano con todo el material, se perfila (aún más) la intervención con el equipo y se procede al profundo lavado de mano antes de comenzar. La instrumentación la prepara el enfermero Miguel Carlos, a quien acompaña también en la clínica el ayudante, celador, anestesista y auxiliar. Todo listo. El microscopio quirúrgico, dirigido por la vista y manos del neurocirujano Bernardo, empieza a funcionar. Microlaminoforaminotomía para estenosis de canal o microdiscectomía para hernias discales, por ejemplo.
Choque de puños, sinónimo de nuevo éxito
“Mientras está el paciente en la intervención, acompaño a la familia sin separarme de ella, voy informando de cómo va la intervención para su tranquilidad y así me mantengo unida a ella, dándole ese cariño y cercanía que merecen”, destaca la directora. Un choque de puños entre Bernardo y el enfermero marca el final, inaugura un nuevo éxito. Sin bajar la guardia, en el sentido positivo de la frase, continúa el seguimiento del paciente en el trascurso del postoperatorio: “Llamadas a lo largo del día, se le visita si es necesario…y al día siguiente vuelve a pasar el médico para ver como ha pasado la noche y como está yendo la recuperación”. Normalmente, el alta lo recibe de 24-48 horas, teniendo una estancia lo más corta posible en el hospital.
Este es el primer paso para recuperar la calidad de vida que estas personas, mejor que nadie, añoraban con el paso de los años. El segundo, es seguir con unas rutinas y hábitos saludables, donde el deporte y la alimentación son primordiales. Entre medio, una serie de revisiones periódicas para ver la evolución (al mes, a los tres y a los seis). Así, todo iría sobre ruedas. La luz al final del túnel se alcanza con el paso por el quirófano y nosotros mismos somos los protagonistas de este tránsito para hacer que se mantenga encendida durante toda la vida…